Desde hace unos cuantos años, la televisión nos tiene acostumbrados a productos tan disparatados que hoy en día nos podemos esperar prácticamente de todo. El mundo anglosajón ha sido especialmente productivo en introducir formatos rompedores. La última ocurrencia de la televisión británica lleva por nombre 10.000 BC.
El programa, que se estrenará el próximo mes de febrero en Channel 5 y la MTV UK, se propone hacer viajar al pasado a 20 concursantes, concretamente a un asentamiento mesolítico –dicho de manera muy general, es el periodo entre el Paleolítico y el Neolítico– donde deberán poner en práctica sus más afinados instintos de supervivencia para poder hacer frente a un entorno hostil.
La idea seguro que nos hace pensar en otros programas bien conocidos como Supervivientes. De hecho, el planteamiento es el mismo: sacar de la asfixiante cotidianidad del siglo XXI a una serie de personas e introducirlas en una realidad paralela desde donde no hay posibilidad de comunicación y donde las comodidades y las tecnologías de nuestros días están completamente vetadas. La única diferencia es que en Supervivientes el alejamiento es geográfico –una isla teóricamente virgen y apartada de la civilización–, mientras que en 10.000 BC el desplazamiento es sobre todo cronológico.
La idea de viajar al pasado es uno de los grandes anhelos de nuestra sociedad, ya no solo por la curiosidad que despierta, sino sobre todo por escapar de una realidad agobiante, marcada por el trabajo frenético, las preocupaciones y el estrés. En el cine y la literatura podemos encontrar centenares de ejemplos que plasman ese deseo. Sin embargo, el contacto con la realidad del pasado casi siempre se salda con una clara moraleja: en el presente se vive mucho mejor. Estoy convencida de que, igual que en Supervivientes, 10.000 BC invitará a la audiencia a reflexionar sobre las bondades de nuestra época, sobre todo desde un punto de vista tecnológico.
Así, a través de un grupo de personas que hace como que (sobre)vive en el pasado, el telespectador podrá experimentar una cierta empatía histórica que seguro que le llevará a compadecerse de aquellos «pobres prehistóricos», víctimas de unas vidas azarosas y alejadas del confort de nuestros días. De hecho, los brevísimos teasers del programa que han ido dándose a conocer durante las últimas semanas transmiten una sensación de constante tensión, de incertidumbre, casi de miedo. En definitiva: se trata de mostrar la inestabilidad de la prehistoria como contrapunto a la comodidad de nuestro presente.
A pesar de todo, a mí me gusta tener fe en los programas que presentan el pasado y la arqueología en un modo distinto al habitual, porque tienen la capacidad de llegar a personas que en principio no están nada interesadas en estos temas. 10.000 BC puede funcionar, en este sentido, como la propia arqueología experimental, que resulta muy atractiva para todo tipo de públicos. Al final, encender el fuego en nuestra cocina es una cosa, pero tener oportunidad de hacerlo en la prehistoria… eso es otra historia.
Ahora bien, el optimismo con los nuevos formatos no quiere decir que se haga a cualquier precio, y lo deseable es que haya un mínimo de rigurosidad. La productora de momento no ha ofrecido muchas imágenes, pero de lo que he visto hay dos cosas que me llaman la atención. La primera, las simpáticas fotografías de algunos participantes del programa –bastante alejadas de la crudeza de los teasers–, ataviados con vestimentas y objetos que repiten muchos clichés de lo prehistórico: vestidos hechos a base de pieles poco trabajadas –eso sí, enseñando muslos e insinuando pechos, a pesar de que se presuponga un frío de mil demonios–, huesos a modo de mazas y caras sucias.
La segunda de las cuestiones que me ha llamado la atención no es un estereotipo, sino un error garrafal: en una de las imágenes que pululan en la red sobre el reality aparece un concursante avivando el fuego junto a un… ¡recipiente cerámico! Vale que puede sonar muy freak, pero es importante: en la época que están pretendiendo recrear todavía no existía la cerámica –al menos no en el continente europeo–, ya que es un invento ligado a la producción agrícola del Neolítico –para ser claros: la fase que viene a continuación del Mesolítico, que es lo que se representa en el reality.
Nada de esto, por supuesto, será impedimento para que el programa tenga éxito. La combinación del pasado –pero de un pasado «divertido», como afirma uno de los editores de 10.000 BC– con el morbo de ver a otras personas en situaciones extremas, puede convertirse en una fórmula infalible y muy atractiva desde la comodidad del sofá.
Habrá que estar pendientes. Y, sobre todo, ver si la idea acaba extendiéndose a España. Aunque quizá mejor no, porque, visto lo visto, acabarían haciendo un GH Mesolítico VIP. ¿Os lo imagináis?

Sandro Rey, Kiko Rivera y Belén Esteban en Gran Hermano Vip – Mesolithic edition.