Atracción visual, esoterismo o delirios de grandeza. Ninguna gran estrella consigue resistirse al coqueteo con el Antiguo Egipto. David Bowie quiso ser faraón en 1971 y, al final, lo consiguió.
David Bowie ha pasado a la Historia –con mayúsculas– por ser una de las grandes estrellas del panorama musical internacional. La experimentación y la estética rompedora le acompañaron desde el principio. Pero ser moderno no quería decir renunciar al pasado. Y por eso él, que sabía bien lo que hacía, se marcó en 1971 esta sesión de fotos caracterizado como un faraón, a través del objetivo de Brian Ward. Premonitorio, tal vez, del «culto a Bowie» que estaba por llegar.
Aquí mi pequeño homenaje.
DEP