El marketing de los emperadores romanos

¿Qué narices hace Julio César en un cartel publicitario que publicita la publicidad inteligente?

Eso mismo me pregunté yo saliendo de la estación de trenes, cuando me topé con este anuncio de COMFERSA, una empresa pública filial de Renfe y Adif que gestiona, entre otras, la publicidad en las estaciones. En él se anima a las empresas a anunciarse en sus soportes, recurriendo a la frase Si no te recuerdan, no importa lo bueno que seas y a una imagen de Julio César con la Porta Palatina de Turín de fondo.

Cartel publicitario con emperador romano

Julio César convertido en reclamo de un cartel publicitario. 

El cartel apela a una idea bien arraigada en nuestro imaginario, la del emperador romano como evocación de la gloria duradera –si no, ¿a santo de qué seguimos acordándonos de ellos?– y la ruina que sobrevive al paso del tiempo. Todo suma, y al final el mensaje es claro: para ser recordado hay que hacer una buena campaña publicitaria.

Lo cierto es que el anuncio no va nada desencaminado, pues los emperadores romanos fueron expertos promotores de la publicidad o, para ser más exactos, de la propaganda.

Supieron poner de su lado a prestigiosos cronistas y escritores que escribieron la historia a su antojo, fomentaron el culto imperial como religión de estado, popularizaron su imagen a través de la acuñación de monedas y, sobre todo, utilizaron la arquitectura y los espacios públicos para dejar constancia de su grandiosidad, con el fin último de consolidar su carrera política y expandir su fama por todo el imperio. Se trataba de trascender en la opinión pública.

Y eso es, precisamente, a lo que está apelando el anuncio.