Espero que durante la pasada Semana Santa os hayáis atiborrado de películas de romanos, las únicas con capacidad de hacernos creer que nada ha cambiado en este tiempo incierto. Pero, ¿os habéis preguntado alguna vez qué ocurría entre bastidores?
Escucha la canción de mis amores, romano
«Mi sueño tuvo toques bronceados / Y en ti encontré lo noble para amar / Romano de mi templo, de mi vida / Y tú le diste vida a mi soñar». ¿Podría resistirse un centurión romano a semejante declaración de amor, cantada desde lo más profundo de la rumba? Por supuesto que no. ¿Puedo resistirme yo a contarlo? Pues ya veis que tampoco.
Metidas de pata monumentales
¿Es o no el fútbol un potencial aliado de la arqueología? Posts atrás planteaba esta pregunta de manera retórica y en apariencia naïf para poner sobre la mesa un tema clave: que el fútbol puede llegar a ser positivo para la arqueología. ¿Me desdigo hoy? La verdad es que no, pero tengo que contaros una cosa al respecto.
Orgullo LGTBI-SPQR
¿Qué pensáis que ocurriría si en un mismo espacio se encontrasen, frente a frente, la picadura de la cobra gay y los superpoderes del rayo romanizador? ¿Acaso un conflicto al más puro estilo gallo rojo-gallo negro? ¿O una fantasía intergaláctica? No le deis más vueltas: yo, Piedra, estoy en condiciones de contároslo.
Fornasetti: rediseñando lo clásico
Gremio de diseñadores y artistas aparte, es probable que al común de los mortales –al menos a los no italianos– el nombre de Fornasetti suene más bien a poco. Pero no os dejéis llevar por las primeras impresiones: aunque suene a marca italiana de cafeteras, tras su nombre se esconde una gran mente creativa del siglo XX.
Bustos rellenos de mainstream
Hasta la invención del flamenco chill-out, la sana costumbre de la fusión había sido uno de los grandes logros de la Humanidad. La dinastía greco-egipcia de los Ptlomeos, la romanización de las periferias, el imperio-patchwork de Bizancio... Pero hay una fusión que a mí me gusta por encima del resto.