Machismo en las cavernas

El carnaval es un buen momento para encontrarse cara a cara con algunos de los estereotipos sociales y culturales más recurrentes de nuestro tiempo, incluyendo, cómo no, los que hablan de las culturas del pasado.

Durante milenios, el carnaval ha sido una fiesta en la que, aunque fuera solo durante un día, se subvertía el orden social y todo era objeto de crítica. El componente satírico todavía sigue estando presente en la actualidad, pero con el paso del tiempo la fiesta se ha ido suavizando, de manera que al final lo que más importa es 1) emborracharse y 2) “pillar cacho”.

Esto explicaría que para mucha gente baste con llevar algún complemento infame –léase pelucas multicolor– o que –y esto es también extensible al cada vez más popular Halloween– antepongas el concepto “sexy” a cualquier que sea tu disfraz. Da igual que te disfraces de médica, pirata, egipcia o zombie; lo importante es ser una médica, una pirata, una egipcia o una zombie sexy. Y hablo intencionadamente en femenino porque el fenómeno afecta sobre todo a las mujeres. ¿Dónde están los médicos y los colegiales sexys? Sin duda una buena muestra de cómo en las generaciones más jóvenes el sexismo está más que asumido y se reproduce sin demasiadas preocupaciones.

Pero la cosa no solo va de sexismo. Hace un par de semanas leí un interesante artículo que reflexionaba sobre cómo en el mundo occidental es habitual disfrazarse de otras culturas, a las que se caricaturiza y se convierte en objeto de burla, como una forma más de dominación cultural. Pues bien, algo parecido ocurre con los disfraces inspirados en el pasado. Disfrazarse de romano, de egipcio o de cavernícola es un clásico de toda fiesta carnavalesca y esos disfraces son un claro reflejo de la manera de concebir el pasado en nuestros días.

Sobre todo con la Prehistoria hay una visión de condescendencia que es resultado de una idea falsa pero bien arraigada en nuestro imaginario: la de considerarnos culturalmente superiores. La idea del progreso nos ha llevado a creer que a medida que pasa el tiempo la humanidad avanza a mejor, por lo que las culturas más remotas son siempre las más atrasadas. Por esa regla de tres, imaginad cuál es el papel que les corresponde a los “pobres” prehistóricos (si estáis en modo sepia, podéis refrescar la memoria leyendo este post sobre Karina, el Progreso y la Prehistoria).

Por eso cuando uno se disfraza de “cavernícola” lo hace vistiéndose con cuatro pellejos mal cosidos (curiosamente con pieles de leopardos y cebras… ¿Es esto influencia de Los Picapiedra? ¿O es que se mete por en medio también la imagen de las tribus africanas?), con mucho pelo y con armas bien bastas, como una maza o un simple hueso.

 

Disfraz de carnaval cavernícola prehistoria con pieles y huesos primitivo

 

Sin embargo, todos estos clichés sobre la prehistoria pueden ser rebatidos. ¿Tiene algún sentido mostrarlos semidesnudos cuando, en realidad, vivieron en épocas de máximo frío? Además, si la arqueología ha sacado a la luz todo tipo de utensilios para trabajar las pieles –incluidas las agujas, ¡sí!–, ¿qué nos hace pensar que se vestirían con unos simples harapos? ¿Y por qué nos empeñamos en dejarles el pelo hecho unos zorros, si el peinado siempre ha sido un símbolo de identidad?

El supuesto salvajismo de la prehistoria no solo afecta al aspecto, sino también al comportamiento: a ellos se asocian los instintos más primarios y la brutalidad, como por ejemplo el machismo y la violencia contra las mujeres. ¡Y encima pretendemos presentarlos como antítesis a nuestro fantástico desarrollo cultural! Echad un vistazo en Google. Lo mismo es que busquéis “disfraz prehistórico”, que “disfraz cavernícola”, que “caveman costume”. Ellas aparecen enseñando bien de carne y con gestos sensuales; ellos, en cambio, son rudos y agresivos.

Pero lo más preocupante llega con las escenas de pareja, en las que él adopta la figura del protector que se hace valer ante una indefensa, pasiva y siempre sexy mujer, que prácticamente acaba convirtiéndose en objeto de propiedad y de deseo. Incluso en algunos casos la cosa va más allá y la idea de propiedad se convierte en muestra de maltrato, sobre todo tirones de pelos que, además, parecen consentidos o al menos suavizados por la actitud sumisa, incluso divertida, de ellas.

 

Disfraz de carnaval cavernícola prehistoria con pieles y huesos primitivo machismo

 

Lo peor de todo es que buscamos distanciarnos de esas imágenes diciendo aquello de que “eran brutos prehistóricos y nosotros simplemente estamos caricaturizándolos”. Pensemos un poco. ¿Realmente tenemos tantos argumentos para pensar que las sociedades prehistóricas eran brutales y despiadadas? ¿Nuestro supuesto progreso –que casi siempre es tecnológico– nos hace mejores personas? ¿Es que no hay numerosos ejemplos de tribus en la actualidad a las que consideramos primitivas y, sin embargo, muestran una solidaridad y una sensibilidad de la que el “mundo civilizado” a menudo carece?

Lo que tendríamos que tener en cuenta es que a través de la representación del pasado se están legitimando lacras del presente, como la discriminación de género y la violencia machista. Y algo tan aparentemente inocente como un disfraz de carnaval puede contribuir a ello. Por eso es tan importante desmontar tópicos: para evitar que situaciones denigrantes –en este caso tanto para las mujeres como para la propia prehistoria– sean vistas como algo anecdótico, divertido e incluso justificable.

 

Disfraz de carnaval cavernícola prehistoria con pieles y huesos primitivo machismo

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