Argumentos como templos

Difícilmente encontraremos un país en el que el peso del pasado se haga tan evidente como en Grecia. No me refiero a su visibilidad física, aunque tiene bastante que ver, sino a su presencia simbólica. Desde lo más cotidiano hasta lo extraordinario, las referencias al pasado antiguo son una constante cuando se habla de Grecia.

A lo largo de las últimas semanas hemos tenido oportunidad de verlo de manera muy clara en prensa y televisión: las noticias, opiniones y reportajes sobre la crisis griega, el referéndum y el ultimátum de la Unión Europea se han nutrido de metáforas e imágenes que han puesto a la antigua Grecia en el primer plano. ¿El motivo? Que el pasado antiguo griego no es cualquier pasado. Es EL PASADO, ese que sentó las bases de la civilización occidental. Nos lo han dicho hasta en la sopa.

Lo cierto es que con esa carga simbólica tan fuerte, el pasado sirve como argumento para debates de actualidad, generalmente para defender los intereses de Grecia. Así, esculturas, templos o personajes mitológicos se convierten en portavoces del pasado que abanderan la causa griega en el presente.

Una de las mejores maneras de verlo es a través de las viñetas humorísticas de periódicos y revistas. En ellas hay un elemento que casi siempre se repite: el templo griego –y los turistas a su alrededor. Ya sea como escenario de fondo o como protagonista principal, el templo aparece como quintaesencia de un pasado esplendoroso que nos legó la democracia, el arte, la arquitectura, el teatro y la filosofía. Sin duda un argumento de peso. Sin embargo, en ocasiones el templo se convierte en un arma de doble filo: su estado de “ruina” se utiliza como metáfora de la situación de crisis de Grecia. La ruina de la antigua Grecia es también, simbólicamente, la ruina de la actual.

Y es que Gila tenía más razón que un santo cuando decía que «A mí, Grecia, ¿qué quieren que les diga? Es un país que, bueno, que sí, que está. No vas a ser tan ignorante de decir ¡huy, no está Grecia! Está, pero ¡cómo está! Todo roto, todo tirado por el suelo, viejo, del año del pedo. Todas las estatuas rotas, a una le falta la cabeza, a otra un brazo, a otra una pierna… que decía yo: ¡Coño!, que hagan una con todas».

¡Delante vuestro las ruinas de la antigua Grecia y, detrás, la Grecia arruinada!

En otros casos ya no es el templo, sino creaciones artísticas mundialmente conocidas las que actúan como representantes de lo griego.

Otro de los recursos más utilizados por los viñetistas para representar a Grecia es la mitología, aprovechando que casi todo el mundo es capaz de identificar a los principales dioses y héroes por sus atributos. Generalmente los dioses encarnan la cara amable y bondadosa –incluso ingenua– de la propia Grecia, que es intimidada o sometida por unos “nuevos dioses” que son la metáfora del control que la Unión Europea ejerce sobre el porvenir del país.

Frente a los Olímpicos, los monstruos de la mitología griega, como el Minotauro, los Cíclopes o las Gorgonas, encarnan los males que afectan al país.

Soy Reinhard, dios de la austeridad. ¡Buen día!

Europesadillas (de izq. a der.): Desintegración de la Zona Euro (Medusa), Pánico Bancario (Minotauro), Grexit (Polifemo). Diálogo: [Banco Central Europeo]: –Despierta, o lo harán ellos.  [Grecia]: –Tú primero.

Pero no todo es humor. Muchas de las viñetas son certeros dardos de realidad en los que se pone de manifiesto que

Europa está en deuda con Grecia por su pasado. Una manera simbólica –y profundamente mediática– de contrarrestar el maltrato que está sufriendo el país. La herencia cultural juega un papel fundamental como argumento. Y el mensaje es claro: si pierde Grecia, pierde toda Europa.