¿Cuántas veces habéis comenzado a teclear en la barra del buscador de Google y os habéis dejado llevar por las predicciones del motor de búsqueda, iniciando una deriva de rastreo absurdo? Yo, muchas. Y en mi experiencia os diré que la barra blanca tiende a predecir hasta el pasado.
Google nos conoce mejor que nuestras madres. Para algo le ofrecemos sin ningún tipo de pudor nuestros datos personales, nuestros gustos y nuestros hábitos. Ya sabéis, los filtros mejor para Instagram. Ante Google estamos desnudos, pero él sabe bien cómo compensarnos a base de sugerencias que alimentan nuestra ansia de conocimiento y nuestro espíritu consumista.
A pesar de que en más de una ocasión se ha dicho que Google manipula las predicciones para influir en el pensamiento de quien busca, el discurso oficial establece que simplemente sugiere resultados a partir tanto de nuestras consultas previas como, sobre todo, de las búsquedas más habituales de los usuarios de Google.
¿Qué pasa, entonces, si preguntamos a Google sobre el pasado? ¿Qué maravillosas predicciones nos deparan? ¿Cuáles son las inquietudes de nuestra sociedad para con las culturas y personajes antiguos?
Empecemos por el principio: la prehistoria. Si felizmente se nos ocurre enunciar a través de la barra buscadora una frase del tipo «en la prehistoria…» y dejamos volar la intuición de nuestro imaginario colectivo, el resultado es el siguiente:
O sea, un maremagnum de afirmaciones, desde las más sesudas –por favor, Google, dinos ya para qué utilizaban en la prehistoria la línea, y qué narices cuentan los petroglifos–, hasta las más predecibles –creo que ya sois lo suficientemente adultos para saber lo de los dinosaurios– hasta las más inquietantes: «en la prehistoria picarona». ¿Alguna filia a declarar?
¡Y qué decir de los egipcios! Que además de agricultores, que ya lo sabíamos, eran blancos, monoteístas, politeístas, vegetarianos, calvos morenos y rubios. Perdonad el atrevimiento, pero me parece que las dudas de los usuarios de Google para con los antiguos habitantes del Nilo están un poco entre el jaleo mental y la apropiación europea colonialista.
Con los griegos la cosa cambia, porque ya sabéis que se les tiene en bastante buena estima por aquello de haber inventado la democracia y nuestra cultura en general. Google aquí nos ensalza sus virtudes y su soberanía política, pero parece que nuestros queridos usuarios tienen una especie de obsesión enfermiza con la religión y con el aspecto físico.
En caso de que os venga un repentino interés por los fenicios, sabed que la predicción de Google no os va a ayudar en nada. Más bien os hará la picha un lío. A las pruebas me remito. ¿Quién demonios eran los fenicios?
Los celtas, por su parte, se llevan la negra. De verdad, usuarios de Google: dejad vuestros prejuicios a un lado, que esa lectura tan despectiva de los pueblos bárbaros parece más propia de la xenofobia de los escritores griegos y romanos que de ciudadanos del siglo XXI.
La cosa se pone todavía más seria con los iberos. A través de las predicciones googlescas podéis adentraros en las controversias historiográficas generadas a su alrededor: el celtismo propuesto por la Falange en los años 40, que decía que los iberos no era más que celtas «a la mediterránea»; el africanismo, que durante mucho tiempo defendió que la cultura ibera procedía del norte del continente vecino; la confusión con lo tartésico; e incluso la tan habitual consideración de los iberos como primeros españoles. Toda una lección historiográfica. Y a un solo click.
Y Roma, como siempre, provocando juicios de valor.
En definitiva, que las predicciones de Google son fiel reflejo de nuestro imaginario colectivo y, como tal, están cuajadas de clichés y estereotipos, además –por qué negarlo– de afirmaciones cuando menos inquietantes.
Pero lo más importante de todo: ¿qué dice Google sobre mí?