De todos los inconvenientes que conlleva un confinamiento como el que estamos padeciendo, yo destacaría dos especialmente molestos: el dramatismo en streaming de la generación millenial y el bombardeo de información acerca de lo que podemos y no podemos hacer. Para el primero no hay solución; para el segundo, en cambio, sí.
Celebrities sentando cátedra (vol. 1)
Una cosa os voy a decir: si estáis en plan haters de la historia y os parece que todo lo que tiene que ver con el pasado huele a naftalina, dejad de dar la turra con que la culpa es de vuestros profesores del instituto y prestad atención. En este post encontraréis el más efectivo de todos los antídotos.
El reto fallero
Queridos followers: ¡Estoy que echo esquirlas de alegría por el éxito de participación en el #retofallero de Instagram! Como sabéis, se trataba de que aquellos que estuvieseis en València y alrededores durante Las Fallas, enviarais fotos de ninots arqueológicos. Y la verdad es que habéis puesto los radares bien en marcha.
Drogas, mafias rusas y tesoros templarios
De entre la multitud de películas que existen sobre arqueología –y entiéndase aquí una definición relajada de la misma– creo que anoche vi la peor de todas. O al menos de todas las que he visto hasta el momento, y eso que la gran pantalla es muy dada a relacionar la arqueología con lo más impensable. ¿Pensaríais, acaso, que pudiesen aparecer arqueólogos en películas tan dispares como El Exorcista o Alien vs Predator? La respuesta es sí.
Vikingos, los hipsters del Medievo
Hagamos un sencillo ejercicio de imaginación. Pensemos en los vikingos. Seguramente nos vendrá a la mente la imagen de un salvaje del tamaño de un armario empotrado, barbudo, pelirrojo, embutido en un casco con cuernos, blandiendo un hacha ensangrentada y con muy malos humos. ¿Verdad? Pues bien, debo deciros que estamos de enhorabuena: todo eso ya es cosa del pasado.